Abril de 1947, en Qumrán, arisca zona cerca de las riberas del mar Muerto, un pastor beduino recogía su rebaño cuando descubrió una grieta entre las rocas: una cueva. Cuando, ya a la mañana siguiente, el pastor y sus primos decidieron adentrarse en penumbra no podían saber que estaban a punto de protagonizar uno de los grandes descubrimientos arqueológicos del siglo XX.
n aquella cueva había varios manuscritos que parecían muy antiguos. Durante los años siguientes se llevaron a cabo diferentes excavaciones. El fruto de tales trabajos son centenares de pergaminos escritos principalmente en hebreo y arameo, aunque también en griego, entre el III a.C y el año 68. ¿Quiénes habían sido los autores?¿A qué se debe la enorme expectativa creada en derredor suyo?.
Apelando a los testimonios del historiador judeo-romano: Flavio Josefo, los primeros investigadores asociaron estos manuscritos con la secta judía de los esenios, considerada una especie de ascetas monásticos, dedicados a rituales de purificación. No obstante, con los hallazgos más recientes, los especialistas cuestionan esta tesis.
Los manuscritos del mar Muerto se clasifican en bíblicos, apócrifos y sectarios. Son los textos de una secta judía de hace más de dos mil años, y que algunas de cuyas prácticas parecían guardar cierto paralelismos con los primeros grupúsculos cristianos. En cualquier caso, exigen un replantamiento tanto del judaísmo como del cristianismo, en sus versiones tradicionales y sobre lo acontecido en el convulso siglo I en la región de Judea.