La estabilidad del Emperador es un instante suspendido sobre esas mismas montañas que le acompañan al fondo. Su cetro suavemente posado sobre la silla muestra la templanza con la que el orden y lo establecido se sostiene, su aplomo no es impuesto, sino adquirido a la vez que soportado por sí mismo. En vez de un "Imperio de la Ley" el esquizoanálisis apuesta por un orden "meta-estable" de prácticas, en las que lo precario e incipiente es consolidado sin perder la conexión con su origen molecular.