“La Chorreada” y el “Ídolo de Guamúchil” tuvieron una fuerte amistad detrás de cámaras, lo que habría llevado a que el actor sufriera un gran luto tras la muerte de su compañera.
Cuando el cómico y actor de la Época de Oro del cine mexicano falleció en 1955 rápidamente se formó la leyenda de su supuesto padecimiento de catalepsia.
El “Ídolo de Guamúchil” era uno de los personajes más excéntricos que vivían en Cuajimalpa, Ciudad de México, pero siempre fue querido por sus vecinos.
El llamado “Charro Cantor” demostró que haría cualquier cosa con tal de desempeñar bien su trabajo como actor, incluso, se dispuso a deformar su rostro y cuerpo.
Existen varios mitos detrás de la familia del “Rey del humorismo blanco” como la procedencia de su apellido y un hermano idéntico que lo ayudaba como su doble.
Fue uno de los hermanos de la llamada Dinastía Soler y llegó a participar en 192 películas antes de que su extraña y repentina muerte sorprendiera al público.
Se decía que el comediante era casi tan rentable como el mismísimo Pedro Infante; sin embargo, en el ocaso de su vida se sabría de la enorme cantidad de problemas que tenía encima.
Pese a que todos fueron parte de los actores más afamados de la época, no alcanzaron las mismas ganancias debido los proyectos que aceptaban y la forma en que gastaban su fortuna.
El “Charro Cantor” en pocas ocasiones se dejó ver sin su característico atributo, pues éste se había vuelto parte de la imagen que lo catapultó al éxito internacional.
El “Charro Cantor” fue uno de los artistas mexicanos con mayor reconocimiento en Europa, teniendo éxito en todas sus presentaciones en España, logrando contagiar su fama a África.
El “Flaco de Oro” se distinguió por la gran marca que tenía desde una comisura de la boca al final de su mandíbula, pero ésta nunca fue impedimento para que llegara al éxito profesional y sentimental.